Pentecostés (del griego πεντηκοστή pentēkostḗ ‘quincuagésimo’) es el término con el que se define la fiesta cristiana del quincuagésimo día del tiempo Pascual. Se trata de una festividad que pone término a ese tiempo litúrgico y que configura la culminación solemne de la misma Pascua, su colofón y su coronamiento. Durante Pentecostés se celebra la venida de Espíritu Santo y el inicio de las actividades de la Iglesia. Por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo. En la liturgia católica es la fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad.
En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha. El día de Pentecostés es llamado también “día de los primeros frutos”. Coincidente con el tiempo de recolección, antes del verano.
Pentecostés es día en que se cumplió la promesa de Cristo a los apóstoles. La venida del Espíritu Santo tuvo lugar el quincuagésimo día después de la Resurrección de Jesucristo. Fue cuando el Padre envió al Espíritu Santo para guiarlos en la misión evangelizadora.
Tenemos alguna similitud en la celebración de este hecho y el rito musulmán del Ramadán:
La Pascua cristiana comprende los 50 días que van desde el Domingo de Pascua hasta el Pentecostés y conmemora que Jesucristo resucitó y al mismo tiempo la llegada del buen tiempo y la renovación de la naturaleza tras el invierno, mientras que el Ramadán es el noveno mes del calendario lunar islámico y los musulmanes lo consideran un mes bendito. Que tiene coincidencia dentro del intervalo.
En este mes del Ramadán, que simboliza la disciplina, el autocontrol y el crecimiento espiritual, los musulmanes ayunan durante el día, desde el alba hasta la puesta del sol, y hacen oraciones especiales por la noche.
Aunque es una celebración que contemplan aquellos católicos practicantes, su implicación también tiene efectos en nuestra vida diaria, sobre todo en la esfera política, en la que vemos como, cada vez más, se nos llena de una serie de «iluminados» tal cuál los hubiera visitado el Espíritu Santo. ¡Humildad, promulgamos!.