Su presencia se ha hecho habitual, casi indispensable, en los telediarios y en innumerables programas audiovisuales, de aquí y de allá. La administración de las vacunas contra la COVID-19 ha acentuado la importancia de su testimonio. Jefe de sección de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, preside también la Asociación Española de Vacunología (AEV). Desde esta condición es como resulta más reclamado mediáticamente.Y por si fuera poco, también estuvo al frente de UNICEF Canarias.

Amós García Rojas (Santa Cruz de Tenerife, 1954) se ha ganado, con pleno derecho, una plaza en el elenco de los especialistas y los científicos que han contribuido a gestionar la pandemia. Sin alharacas, sin afanes protagonistas, sus palabras suenan a sosiego riguroso, a verdad que se agradece, a explicación empírica en momentos de zozobra… Cuando aparece el doctor, cuando le preguntan al presidente de la AEV, uno siempre se interesa por lo que va a manifestar. No estamos ante un científico cualquiera.

Su compromiso con la mejora de la salud y el servicio a la comunidad está por encima de todo. De ahí el reconocimiento a su personalidad sanitaria destacada en el ámbito de las vacunas y la salud pública. La evolución de la pandemia ha elevado su estatura médica, científica y humana. Parecía que tuviera reservado su papel para explicar el alcance de las prevenciones y la dimensión de una campaña de vacunación sin precedentes en nuestro país.

Ya lo dijo cuando accedió a la presidencia de la AEV, que surge, hace veinte años, cuando se hizo acuciante la necesidad de tener una mayor conocimiento de todo lo referido a la vacunología. La Asociación se preocupa por diferentes campos del saber científico: agrupa a profesionales como epidemiólogos, pediatras, farmacéuticos, preventivistas, enfermeras. Su evolución ha sido contínua “porque la propia materia a las que nos dirigimos –explica el doctor García Rojas– no deja de actualizarse permanentemente. Las vacunas, además de un marcado carácter multidisciplinar, están cambiando a cada momento, de ahí que sea obligado estar al tanto de cualquier novedad”.

Lo acabamos de comprobar: la vacuna es la gran esperanza en este tiempo agitado, en este desasosiego constante que significan los estragos que el virus ha ido causando en casi todos los países y en casi todos los órdenes. Amós ha estado ahí, en primera línea, con el máximo rigor científico pero también con esas cualidades personales que le distinguen: bonhomía, amabilidad, predisposición y prudencia.

Sus recomendaciones para vacunarse son claras. A partir del encabezado de sus mensajes en redes sociales: calma y paciencia. Por eso se mostraba contento con el inicio de la campaña de vacunación y compartía la satisfacción de quienes habían recibido las primeras dosis, al tiempo que advertía que prosigue la batalla, ahora en forma de reacciones y demás a cuyo seguimiento estará atentísimo porque ha hecho de su profesión y de sus responsabilidades públicas un ejercicio permanente de atención y conocimiento.

En el que también incluye, por cierto, la información: “Informar es nuestra obligación, es fundamental en el contexto de una pandemia, la información veraz es clave para no crear más alarma a una población que ya está aterrorizada y cansada del confinamiento. Es esencial no ocultar absolutamente nada”, dijo cuando aún nos encontrábamos en plena primera oleada de contagios.

Sus métodos y sus recomendaciones se han ido cumpliendo hasta que ha llegado la hora de las vacunas, en la que ponderamos su aportación, su cientifismo tranquilo y paciente, sus testimonios cargados de esperanzado rigor. Defensor sin reservas de las vacuna, acaso su pensamiento se resuma en una frase suya publicada hace unos meses por la periodista grancanaria hace unos meses: “La que tenemos montada por no disponer de una vacuna; ¿qué pasaría si no tuviéramos ninguna?”.

Ahora, cuando todos estamos convencidos de que la COVID-19 va a seguir conviviendo entre nosotros, hasta que la ciencia lo liquide, nos damos cuenta de que las vacunas son indispensables.

Gracias, doctor.