El ahorro de energía y las repercusiones sobre la salud centran los argumentos, a favor y en contra, sobre el cambio estacional de hora. Este domingo, a las 2 de la madrugada, los relojes se adelantarán a las 3, con lo que, presumiblemente, dormiremos una hora menos.

Pero, ¿es real este ahorro?. Un estudio del IDAE (Instituto para la Diversificación de la Energía) ha podido cuantificar un ahorro energético, gracias al mayor aprovechamiento de las horas de sol. «Pero representa una cantidad muy pequeña, de tan solo 6 euros por persona y año». Pero, «dependiendo del clima del lugar, ese ahorro es mayor (zonas de clima cálido) o menor, incluso pudiendo llegar a encarecer la factura eléctrica y de gas (zona de clima frío donde no se puede aprovechar la luz para hacer vida al aire libre)». ¿Merece la pena, pues, el esfuerzo que supone este cambio de hábito durante unos meses?. Existen tanto defensores como detractores de la medida en relación a la eficiencia y el ahorro energético. Quizá por eso, en marzo de 2019, el Parlamento Europeo aprobó poner fin a los dos horarios anuales, y dejar decidir a cada uno de sus estados miembros si se quedaba con el de verano o con el de invierno.

El cambio horario, cuyo objetivo es ahorrar energía, repercute en el ritmo circadiano (Los ritmos circadianos regulan los cambios en las características físicas y mentales que ocurren en el transcurso de un día. La palabra circadiano significa «alrededor de un día». Proviene de las palabras latinas «circa» -alrededor- y «diem» -día-). de las personas, de manera que es sobre ambos aspectos, energía y salud sobre los que pivotan los argumentos, a favor y en contra, de retrasar y adelantar los relojes.

Hay estudios médicos que certifican que el cambio de hora provoca desajustes en el organismo, principalmente una alteración de sueño, pero no son duraderos, por lo que, pasados unos días tras el adelanto o retraso de la hora, el ritmo circadiano se termina ajustando a las nuevas condiciones de día-noche.

Pues, a nosotros, como no se nos consulta, «agua y ajos».